La Costa Blanca cuenta con más de doscientos kilómetros de costa, un litoral lleno de contrastes. Es el mismo mar, pero luce distinto. Se suceden numerosas playas de arena lisa, pero también de cantos rodados pulidos por el oleaje. Es difícil escoger solo una, pero en cualquiera de ellas el visitante podrá disfrutar cómodamente de un bello espacio natural rodeado de los mejores servicios. De hecho, en 2019, la Costa Blanca vuelve a ser el destino turístico con más banderas azules de España. En total, la provincia de Alicante ha obtenido 84 galardones: 71 playas y 13 puertos deportivos.

Además de las costas blancas, la región es famosa por ser la patria de la paella y los cítricos de los cultivos de la planta valenciana que se exportan a todo el mundo. El enorme acantilado de Guadalest y las sinuosas autopistas de las montañas también son atracciones.

Todo viaje provoca un momento mágico. En la Costa Blanca, ese instante en el que el viajero siente una especie de revelación puede producirse en muchos momentos y lugares. Tal vez surja tras una ruta senderista al atardecer, cuando la "luz tibia y humilde" que describiera Gabriel Miró se apodera de las cumbres de la Sierra de Aitana.

Quizá tenga lugar al sentir la alegría de los juegos de infancia en una de las 170 playas y calas que bordan de azul el litoral mediterráneo. También puede desencadenarse surcando las aguas en alguna embarcación recreativa, al sentir como el viento de levante o de garbí hincha las velas, al descargar nuestra rítmica energía para avanzar en un kayak o al completar el recorrido en alguno de los 21 campos de golf de la provincia bañados de sol más de 300 días al año.

A las aguas cristalinas de las que disfrutar en la costa se une además la calidad de los servicios que se prestan en el entorno, con una gran oferta de hostelería que hace las delicias de cualquiera y también de instalaciones a pie de arena donde disfrutar, divertirse y compartir el ocio, sin olvidar la infinidad de posibilidades para los amantes de los deportes acuáticos.

Terrazas, restaurantes, chiringuitos que ven caer el sol, zonas para el baño accesible, actividades infantiles, windsurf, vela, submarinismo, pero también soledad con el susurro de las olas, paz, aguas calmadas y espacios donde perderse.​​

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